Manifiesto
Reeditar una revista que dejó de salir hace décadas supone riesgos, sobre todo si se trata de una publicación de gran prestigio. Por eso es necesario explicitar las motivaciones.
El lector no encontrará en la nueva crisis una reverencia especial a la crisis del pasado.
Nos proponemos utilizar la fuerza que aquella historia conserva en la memoria de nuestros contemporáneos, como punto de partida para una creación sin garantías.
La aventura puede fracasar o puede conducirnos en un sentido innovador. Pero cualquiera sea su resultado, la decisión es manifiesta: el ayer como recurso y archivo, no como meta ni medida.
La vieja crisis (nos referimos a los cuarenta números editados entre mayo de 1973 y agosto de 1976) fue presentada originalmente como una publicación de cultura.
Sus páginas poco a poco se politizaron, apremiadas por el clima de la época. En ese desplazamiento la revista adquirió un tono singular, entre el arte y la ideología, entre las ideas y los deseos militantes, entre la creación literaria y los llamados a la acción transformadora.
Suele decirse que crisis fue un espacio donde el compromiso puso en tensión a la escritura. Pero se mencionan menos sus aportes al debate político, que enriquecieron los recursos expresivos de la resistencia y las posibilidades discursivas de la crítica social.
Cuando el lenguaje se saturaba de formulaciones ideológicas y la dura polarización tendía a reducir la gama de posibilidades, crisis desplegó un variado repertorio de dicciones, en diálogo con la multiplicidad de voces que estaban en ebullición.
Ver más en:http://www.revistacrisis.com.ar/inicio.html
Carlos Alberto Da Silva
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