ALBA
Quieto,
como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca
Quieto,
como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano
sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.
hay una fe que es absoluta:
una fe sin esperanza.
HAY PERROS QUE MUEREN DE LA MUERTE DE SU AMO
Hay perros
que mueren de la muerte de su amo
cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo
que no se agitan,
tiemblan.
Y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
de un torso de mármol,
son los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche.
Hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
donde morir de carne,
pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.
HACE APENAS DÍAS
Hace apenas días murió mi padre,
hace apenas tanto.
Cayó sin peso,
como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna.
Hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
sobre el mármol de su tumba.
Bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
ahora que he muerto en otro.
Afuera ladra un perro
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
Siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
Adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.
NOCHE ADENTRO Y NO DUERMO
A lo lejos, en un atardecer
en que el otoño
es un lugar en mi pecho,
comienzan a encenderse las ventanas,
mi nostalgia
por estar donde bien sé que al llegar
volvería a estar afuera.
Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos
la frente de pensar
lo impensable de tanta vida
que no he abrazado,
tanta deuda de lo que no he nacido.
Poco a poco se apagan las luces,
es el lindero de una noche y otra noche,
la frágil vecindad
del miedo y la esperanza.
El último día podría ser éste que termina,
esta noche
en la que aún escribo
igual, pero sin una ausencia nueva
para seguir esperando.
HASTA EL FINAL
Vi un perro negro muerto
en la calle,
aplastado en medio de la acera, manchado,
porque nevaba.
Vi la vida, allí mismo,
y no había más que eso: la coartada
del inocente: pagarlo todo.
Sentí en la nieve la vida y me vi morir
como un animal que se resiste
hasta lo último
hasta el deseo de ser rematado,
hasta el gemido final,
el que pide perdón por todo crimen ajeno:
el que perdona a dios.
UN PEDAZO DE HAMBRE, UN VASO DE AGUA
Fiel a lo humano,
al tamaño de lo que los brazos
mecen,
a la fiesta
de lo que en las manos cabe,
a la callada esperanza
que es no apretar los labios.
Fiel a un vaso de agua
y al pedazo de hambre
que otro cuerpo nos trae,
fiel sorbo a sorbo, hambre a hambre.
Fiel al pudor de apenas una seña,
apenas el abismo
del otro
cuando el silencio
calla la piel que nos separa.
Fiel al límite de morir hombre,
de haber abrazado el vacío
que ese mismo abrazo llenaba.
LO ABIERTO
Cae quieta la lluvia,
lo abierto mana.
Cae la lluvia, cae sobre
la espera,
en la caída la lluvia es su camino
y el camino su llegada.
Hay que osar lo abierto y la caída:
el desierto de la sed
no la sed del desierto.
EN PLENA NOCHE
También en plena noche
la nieve
se derrite blanca
y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.
Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,
la que nos expande
las pupilas.
Lo que busca con su bastón
el ciego es la luz, no el camino.
EL ANUNCIO
Raro relámpago del
instante,
brilla y ciega sobre
un plato blanco y vacío.
Hay que acoger el fulgor de la ausencia,
reflejar
el don de lo que no está
en cada cosa que creamos.
AFUERAS
Puerta en medio del campo:
lindero y puente entre dos afueras.
El borde del salto no es una orilla, es la vida,
al borde de cada vida.
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